La neuroplasticidad es la capacidad que tienen nuestros cerebros de formar y reformar redes neuronales a partir de nuestras experiencias, es decir, la habilidad de moldearse con el aprendizaje.
Cuando estamos aprendiendo algo nuevo, se forman redes en nuestro cerebro a partir de neuronas que se comunican entre ellas a través de estructuras que permiten el pase de señales de una neurona a otra, conocidas como sinapsis. Una mejor comunicación entre neuronas está dada por un paso más eficiente de estas señales.
Cada vez que aprendemos o practicamos algo, estas conexiones se forman, o se refuerza la comunicación de conexiones existentes. Antiguamente se creía que las conexiones que se formaban durante nuestro crecimiento quedaban estáticas, pero hoy se sabe que la fuerza de estas conexiones puede variar de acuerdo con el uso o desuso de las mismas. Esta extraordinaria capacidad se conoce como plasticidad sináptica y es un concepto clave en el estudio del aprendizaje y la memoria.
La neurogénesis es otro concepto importante cuando se habla de la plasticidad del cerebro es el de neurogénesis, es decir, el nacimiento de neuronas nuevas (algo que hace no muchos años se creía imposible). Este es un proceso complejo que involucra a una célula precursora que se divide, es un sistema que permite que la célula sobreviva y la creación de nuevas conexiones sinápticas. Este proceso ocurre principalmente en el hipocampo (una de las principales estructuras del cerebro humano), y es regulado por diversos factores.
En resumen, tanto la neuroplasticidad como la neurogénesis permiten una mayor capacidad de adaptación o readaptación a los cambios externos e internos. Estos términos se utiliza con asiduidad en psicología, medicina y neurociencia; no obstante sus posibilidades no están contempladas todo lo que se debería en el ámbito de la educación y el aprendizaje